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Un águila real incuba un huevo lleno de tecnología y este es el resultado

Águila curiosidades 2648
Un águila real en pleno vuelo By Juan Lacruz - Own work

Se llama Jare y es un águila real hembra. En esta especie la hembra es de mayor tamaño que el macho. De punta a punta de sus alas llegan a alcanzar casi los dos metros y medio de longitud. Su peso no se corresponde con tanta envergadura. Está entre los cuatro y los siete kilos. Esto se debe a que sus huesos, como los de tantas aves, son huecos para facilitar el vuelo. En este caso el planeo, la modalidad favorita del águila para surcar los cielos.

Jare vive en La Fundación para la Investigación en Etología y Biodiversidad (FIEB), en Madrid, junto a muchos otros animales, y esta primavera los investigadores del centro han utilizado su nido para investigar, mediante IoT (Internet de las Cosas) de qué forma empolla esta especie los huevos para poder hacerlo en incubadoras con más garantías.

Después de pensar y repensar cómo se podría estudiar el manejo que las ‘mamás’ águilas hacen de sus huevos, se resolvió introducir un falso huevo, con mucha tecnología en su interior, al que Jare debería tratar, si la réplica era realista, como a un huevo nacido de su propio cuerpo.

El método utilizado para embaucar es similar al utilizado por el cuco, especie que pone sus huevos en nidos ajenos. Los huevos son empollados por los incautos y alimentados tras la eclosión por sus ‘papás’ adoptivos, que alimentan a los bastardos como si fueran hijos propios

«Cuando un ave empolla un huevo básicamente hay que tener en cuenta tres variables. Por un lado está la temperatura, por el otro la humedad, después la frecuencia de giro, es decir, cuántas veces y cada cuánto voltea los huevos y finalmente el ángulo de giro que les da», asegura Silvia Morcillo, directora del FIEB.

La ejecución del proyecto fue cosa de Talentum, la plataforma de impulso al talento de Telefónica. El huevo albergaría un microprocesador de parámetros para sistematizar la observación durante la incubación. Sería capaz de analizar la temperatura, la humedad y las características de volteo a través de la integración de sensores de temperatura, de humedad y de un giroscopio. Todo esto  permitiría saber la posición exacta del huevo en cada momento y sus condiciones ambientales.

Los datos se guardarían en un pequeño disco duro, también escondido en el interior del huevo, cuya información se descargaría posteriormente a cualquier ordenador a través de una conexión USB -el huevo se partiría en dos dejando al descubierto la conexión.

Jede, el águila real con la que se ha probado el huevo con IoT (Internet de las Cosas) FIEB

Jede, el águila real con la que se ha probado el huevo con IoT (Internet de las Cosas) FIEB

Una vez decididos los componentes que irían en el interior y la forma en que se extraerían los datos cosechados, se escaneó por ordenador un huevo real, de un águila real -valga la redundancia-, con el fin de tener una maqueta para elaborar posteriormente una réplica exacta en la que introducir toda la tecnología IoT.

Una vez definida la fase previa todos esos datos se volcaron en una impresora en 3D. Para la impresión del huevo se utilizó un material similar al plástico. El resultado fue un huevo, capaz de separarse en dos mitades, idéntico a los que ponía Jare, pero relleno de tecnología.

Un sistema que emula al ‘cuco’

El sistema funcionó. «Jare no notó nada. En el momento en el que el animal puso un par de huevos, su criador añadió el falso y estuvo durante abril y mayo incubando a los tres futuros polluelos como si tal cosa», concreta Morcillo.

Tres polluelos que jamás llegarían a serlo: los huevos que puso Jare no estaban fecundados por el macho, pese a que hubo escarceos. Eran solo cáscara.

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Este método usado en FIEB es muy similar al utilizado por otra especie para no tener que empollar a sus futuras crías. Hablamos del cuco, un pájaro que pone sus huevos en el nido de otras aves. Los huevos son empollados por los incautos y alimentados tras la eclosión por sus ‘papás’ adoptivos, que alimentan a los bastardos como si fueran hijos propios. De ahí que la palabra ‘cuco’, según la RAE (Real Academia de la Lengua), tenga la acepción de «Taimado y astuto, que ante todo mira por su medro o comodidad».

Dentro de unos días se extraerá toda la información del huevo, con el fin de determinar, por primera vez, la manera en la que el águila real manipula y trata a su futura prole. Pero es solo el principio. «Necesitamos seguir tomando más datos para ver si el comportamiento es coincidente, lo que nos permitiría replicar el proceso en incubadoras«. Tendrá que ser el año que viene, en la siguiente época de cría.

 

Fuente: artículo de Marcos Sierra para vozpupuli.com

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